Introducción
La homilía es un género difícil, en razón de su auditorio heterogéneo y a la vez inconstante, sobre todo en los ambientes urbanos.
A superar esta dificultad apuntan las siguientes reflexiones.
Partimos de una definición:
La comunicación es el proceso por el cual se emiten mensajes y sentidos, que puedan circular y competir en un ambiente determinado.
Recordemos el esquema básico de toda comunicación:
Un emisor envía el mensaje, valiéndose de un medio. El medio puede ser la palabra, la imagen, la música, etc. También lo es la mímica.
Viaja el mensaje hacia un campo común de experiencia, donde el emisor y perceptor han de encontrarse. Pero antes, el mensaje tendrá que atravesar un código, el cual se identifica con los condicionamientos, las estructuras, las diversas experiencias personales del emisor. Cada quien se expresa desde su identidad.
El receptor a su vez, se acercará al campo común de experiencia, revestido de su código peculiar.
Por esto, afirmamos que toda comunicación, para llegar desde el emisor al perceptor, tendrá que franquear sucesivamente dos códigos. Sólo así podrá resonar adecuadamente en quien la recibe.
El proceso de la comunicación se completa con la verificación, o «feed-back», lo cual equivale a un camino a la inversa, desde el perceptor hasta el emisor. Ellos dos han intercambiado sus papeles. Entonces, sólo entonces, se ha realizado una comunicación suficiente.
Centros de Comunión y Participación«El misterio de la Iglesia como comunidad fraterna de caridad teologal, fruto del encuentro de la Palabra de Dios y de la celebración del misterio Pascual de Cristo Salvador en la Eucaristía y en los demás Sacramentos, confiada al colegio apostólico, presidido por Pedro para evangelizar el mundo, logra arraigo y tiende a desarrollar su dinamismo transformador de la vida humana, tanto personal como social, en diversos niveles y circunstancias que constituyen centros o lugares preferenciales de evangelización, en orden a la edificar la Iglesia y a su irradiación misionera». (Puebla, 567. Uno quisiera un lenguaje más claro, sobre todo para nuestros laicos que también han de orientarse por estos documentos.) |
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Metamorfosis cultural
Frente a los códigos del emisor y del perceptor, en la comunicación que pretende nuestra homilía, vale la pena recordar aquella cita del Concilio Vaticano II:
«El género humano se halla hoy en un período nuevo de la historia, caracterizado por cambios acelerados y profundos, que progresivamente se extienden al universo entero. Los provoca el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador. Pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juicios y sus deseos individuales y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre su comportamiento para con las realidades y los hombres con quienes convive. Tan es esto así, que se puede hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural, que redunda también sobre el área religiosa» (Alegría y Esperanza 4,2).
Este párrafo nos explica cómo el público que escucha nuestras homilías se ha transformado notablemente y quizás no lo hayamos advertido. Por lo tanto, es urgente investigar los códigos actuales de nuestro auditorio, para ajustar convenientemente los nuestros en la transmisión el mensaje. De lo contrario, la comunicación del Evangelio continuará quedándose a mitad del camino.
El Lenguaje:“No es una cuestión de la que se puede prescindir, pues la fe cristiana se despierta a partir de la predicación: ¿Cómo creerán a aquel a quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin que se les predique? (Rm 10,14) . Es necesario anunciar la Buena Noticia de Dios. Y para ello no basta hablar. Es necesario hablar de tal manera que ese mensaje llegue al hombre de hoy. Un lenguaje rutinario, inadaptado, puede significar: -Falta de una auténtica experiencia de Dios. -Conocimiento insuficiente de la realidad que nos rodea. -E igualmente, pereza. El anuncio de Dios no sólo exige ser ortodoxo en los contenidos y correcto en la gramática. Ha de llegar a la gente. De lo contrario no será luz, ni vida. Nuestra predicación no resonará en nuestros oyentes, si no está en sintonía con la revelación de Dios, pero además con la experiencia de aquellos a quienes va dirigido. No es la gente la que ha de abandonar sus códigos y categorías para tratar de captar nuestro lenguaje, apto en muchas ocasiones sólo para ‘iniciados’. Somos nosotros quienes hemos de hacer el esfuerzo de encarnar la noticia de Dios en las categorías y experiencias del hombre contemporáneo. Una pregunta para predicadores, catequistas y cuantos anunciamos el Evangelio: ¿Nuestro lenguaje alcanza a motivar a la gente que nos escucha, o sigue rutinariamente el camino de lo prefijado anteriormente?”. (De una carta pastoral de los obispos vascos, 1997 - Revista VIDA NUEVA, No. 2.082, pág. 25). |
Dichos cambios acelerados y profundos se enmarcan en un amplio fenómeno, que los sociólogos han llamado la postmodernidad. Otros lo denominan rapidación, por la velocidad con que impulsan a la humanidad hacia metas inéditas.
A estos cambios los llamamos procesos, pues todavía no se han cumplido a cabalidad. Son mecanismos que van transformando la historia.
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Procesos de cambio
Bajo la luz de la sicología religiosa, es posible identificar muchos de los procesos que afectan al mundo de hoy. Señalamos solamente algunos:
1) Industrialización: Cuando la máquina se aplicó sistemáticamente a la producción de bienes y servicios, tuvo lugar una descomunal transformación socio-económica, que dio origen a una nueva sociedad. Marx lo señaló con propiedad en sus escritos.
2) Urbanización: Al rededor de la fábrica crecieron los barrios y las ciudades. Se modificó el hábitat y surgió, por generación espontánea, un nuevo modo de vivir y de pensar.
3) Planificación demográfica: La familia, urgida por las nuevas condiciones de la sociedad, ha cambiado su actitud hacia el número de hijos. Situación de la cual se derivan variadas consecuencias.
4) Democratización: El famoso ideal de la revolución francesa : Libertad, Igualdad y Fraternidad vibra en el corazón del hombre actual, rompiendo arcaicos esquemas. Ya el Concilio Vaticano II reconoció en varios documentos la igualdad esencial de todos los hombres.
5) Personalización: Consecuentemente con lo anterior, descubrimos el valor peculiar de la persona. A pesar de sus condicionamientos. A pesar de tantas fuerzas negativas que quieren suprimir su dignidad.
«Queridos hermanos:Hoy celebra la Iglesia el misterio más insondable de nuestra fe católica, del cual dimana todo el plan salvífico que Cristo realiza en el devenir de la historia. Es la Trinidad una realidad fontal, la cual trasciende a cada uno de nosotros. Por esto debemos celebrar esta festividad, como creyentes que confesamos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, e incorporados al Salvador conformar así el Cristo total». (Maravilloso ejemplo de cómo no debe ser una admonición para nuestra gente sencilla). |
6) Promoción de la mujer: Aunque con retraso, la mujer ha logrado ocupar relativamente el puesto al cual tiene derecho, en todas las áreas de la sociedad.
La historia colombiana señala algunos hitos de este proceso, que todavía está a medio camino. Comprendiendo además que dicha promoción ha de orientarse dentro de esquemas genuinamente femeninos.
- 1890. Los matrimonios se concertaban entre las familias de los novios. Parece que la mujer de entonces no era sujeto de una opción libre y madura en este aspecto.
- 1932. Se aprueba en el senado de la república, una ley que reconoce a la esposa el derecho de poseer y administrar bienes personales, independientemente de la sociedad conyugal.
- 1936. Rosita Rojas, una santandereana, es la primera mujer que obtiene un título universitario en Colombia. Se gradúa de jurista en Santafé de Bogotá.
- 1956. En tiempos del general Rojas Pinilla, la mujer colombiana adquiere el derecho de votar y ser elegida para cargos públicos.
7) Pluralismo: Este proceso se explica como el reconocimiento a la diversidad teórica y práctica, en muchas áreas de la vida. Se opone a la concepción monolítica y vertical de la sociedad épocas pasadas.
8) Desmitificación: El mito, al cual podemos definir para nuestro caso, como una forma errónea o incompleta de captar lo sagrado, imperaba en muchos ámbitos de la sociedad anterior. Hoy muchos mitos han desaparecido, barridos por la ciencia. No obstante, surgen otros nuevos.
9) Existencialismo: Frente a la filosofía aristotélico-tomista, la más difundida y apreciada entre los pueblos de occidente, hoy compiten otras visiones del hombre, del mundo y de la historia, las cuales apuntan a otra una concepción de la realidad . Diariamente bebemos filosofía existencialista en el cine, en la televisión, en las novelas, en la poesía contemporánea.
10) Secularización: Para entendernos, podríamos llamar secularismo el desconocimiento de los valores religiosos. En tanto que secularización equivaldría a reconocer tantos elementos sagrados, que subyacen aún en aquellas realidades que llamamos profanas.
11) Pobreza: Aunque la humanidad siempre ha padecido pobreza, ni ella ni la miseria afectaban tan cruelmente a los grupos humanos, frente al bienestar de otros muchos, como en el día de hoy. De la pobreza se derivan terribles consecuencias como la violación de los derechos humanos, la violencia, etc.
12) Medios de comunicación: Las maravillas de la electrónica han potenciado la comunicación de manera asombrosa, transformando obviamente las maneras de pensar y de sentir de la humanidad. Aparece así un nuevo hombre, a quien los anunciadores del Evangelio hemos de convertir en hombre nuevo.
Algunas frases del Misal Romano¿Podrá nuestro pueblo asimilarlas con facilidad? «La majestad de tu gloria». «La plenitud de su obra». «El misterio de nuestra salvación». «Porque en la pasión salvadora de tu Hijo nos diste una nueva comprensión de tu majestad». «Con esta abundante efusión de gozo pascual, el mundo entero desborda de alegría». «Eres un solo Dios, un solo Señor, no en la singularidad de una sola persona sino en la Trinidad de una sola substancia.De modo que al confesar nuestra fe en la verdadera y eterna divinidad, adoramos lo que es propio de cada persona divina y también la unidad de la esencia y al igualdad en su majestad». (Prefacio de la Santísima Trinidad). |
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Tres tipos de hombre
Al decir tres tipos de hombre, simplificamos demasiado las cosas. Sin embargo, esta clasificación nos ayudará a descubrir, aunque en forma incompleta, los códigos de quienes escuchan la homilía.
Describimos el perfil de cada uno de estos hombres frente a los siguientes aspectos:
- Relación con la naturaleza
- Conocimiento sensorial
- Ejercicio de la memoria
- Cosmovisión
- Contenidos intelectuales
- Percepción del universo
- Disfrute del conocimiento
- Distinción entre idea y sentimiento
- Metodología del aprendizaje
1. El hombre agrario
A éste lo encontramos en los campos. Pero también vive y alienta bajo las selvas de cemento de nuestras ciudades.
a) Vive y actúa en comunión íntima con la naturaleza. La mujer campesina les pone nombres propios a sus aves de corral. Conversa con las plantas de su huerto.
b) Su conocimiento mayoritario proviene de los sentidos. Es admirable la capacidad que tiene el hombre agrario de ver, oler, oír, mucho más que el hombre urbano, abrumado por el ruido y la contaminación.
c) Ejercita su memoria de un modo espontáneo. Lejos de él los esfuerzos por grabar datos y cifras. No conoce la mnemotecnia.
d) Para el hombre agrario el mundo es estático. Los cambios apenas son elementos fraccionarios y esporádicos en su historia.
e) Pero los contenidos intelectuales que maneja son integrales. Nada de distinción entre sustancia y accidentes, entre objetivo general y objetivos secundarios.
f) Conoce el universo por percepción directa. En cambio muchos de nosotros conocimos primero la oveja y la manzana en «La Alegría de Leer», que en el mundo real.
g) En consecuencia, el hombre agrario disfruta al conocer las cosas frente a frente. No valora que su mente se amplíe o su memoria se enriquezca.
h) Para él no hay distinción entre ideas y sentimientos. En este aspecto su personalidad es integrada.
i) Finalmente, el hombre agrario aprende, en la mayoría de los casos, desde un magisterio horizontal. De las cosas que le rodean. Observando a la gente que lo acompaña.
2. El hombre de Gutenberg
Hacia 1440, Juan Gensfleisch inventó la imprenta. Inició el trabajo de grabar sobre papel con caracteres móviles. Cuenta la historia que asociado en Maguncia con Juan Fust, fabricó la célebre «Biblia latina de 42 líneas». Esta revolución técnica significó además una metamorfosis intelectual. El libro fue en ese momento lo equivalente al actual casete. Una cajita donde guardar sabiduría, como hoy almacenamos discursos y canciones.
El mundo entonces comenzó a ser descuartizado para que pudiera caber dentro del libro. Estamos a finales de la Edad Media, cuando la filosofía abstracta empieza a enfrentarse a nuevas corrientes religiosas, económicas y políticas. Se analiza la realidad a través de definiciones, divisiones y fórmulas.
El hombre que surge en ese momento histórico presenta el siguiente perfil:
a) Tiene ante sí una naturaleza ya organizada y clasificada. Por consiguiente se relaciona con ella en forma mediatizada, según aquello que llamaríamos abstracción de segundo grado.
b) El cuenta, cataloga sus bienes, los evalúa hacia el futuro, aunque no los conozca directamente. Si en el hombre agrario predominan los sentidos frente al raciocinio, en el hombre de Gutenberg es a la inversa.
c) Su memoria trabaja, no ya espontáneamente, sino por medio de mecanismos inducidos. Graba. Se esfuerza por recordar desde una asociación de ideas o desde el contraste.
d) Descubre ante sí un mundo en proceso. Un mundo que a cada paso se transforma.
e) Los contenidos de su mente son fragmentarios. Enmarcados en categorías filosóficas. De ahí su lenguaje, colmado de términos universales y substantivos abstractos.
f) Percibe un universo ya elaborado. Admira la naturaleza en los libros de historia natural. Observa los animales salvajes en las revistas, o cuando más en el zoológico.
g) Disfruta con preferencia de un conocimiento analítico del universo, antes que del encuentro cara a cara con la realidad.
h) Para él una cosa es la idea y algo muy distinto el sentimiento. Por esto se encuentra dividido, en tensión destructora muchas veces.
i) Finalmente, su aprendizaje avanza casi siempre en relación vertical: discípulo-maestro.
3. El hombre audiovisual
Cuando los primeros astronautas pisaron el suelo lunar, en 1969, no realizaban solamente el sueño acariciado por muchos hombres durante siglos. Marcaban el inicio de una etapa maravillosa, donde la ciencia nos proyectaría a un mundo insospechado.
Por obra y gracia de la electrónica, hoy gozamos de extraordinarios avances en diversas tecnologías y especialmente en materia de comunicación. Todo ello ha proyectado al hombre, hacia una dimensión cuasi-infinita. A éste llamamos hombre audiovisual, reconociendo la inexactitud del apelativo.
El hombre audiovisual se identifica por los siguientes rasgos:
a) Tiene ante sí un mundo cósmico, ilimitado. Desde un satélite artificial puede observar el inmenso teatro del mundo. Pero su conexión con la naturaleza ya no es espontánea. Se ha ampliado, mejorándola, pero también distorsionándola muchas veces.
b) Sus sentidos van más allá de lo natural y corriente. El ojo es capaz de observar la guerra que se libra en regiones distantes y en el embrión de trigo que revienta en la noche, a muchos kilómetros de distancia.
c) Su memoria es vulnerable y manipulada. Muchos agentes externos le programan qué debe recordar y qué debe olvidar.
d) Su visión del cosmos es amplia. Pero al evaluar sus conocimientos, verifica que apenas ha podido profundizar unos centímetros en el acervo de lo conocido.
e) De ahí que los contenidos manejados a diario por su mente son esencialmente superficiales: Un piélago de conocimientos con un centímetro de profundidad.
f) Su relación con el mundo se la preparan los demás. Pocas veces descubre. La mayoría de las cosas se le entregan maquilladas. En consecuencia le han mermado su creatividad y también su capacidad de asombro.
g) Gozará al conocer la realidad. Pero no siempre. Ante el acoso de estímulos visuales y auditivos se confunde muchas veces. Se embotan sus capacidades.
h) Cuanto se le presenta a la mente ya incluye un mecanismo despertador de determinados sentimientos. Y a la inversa, se le estimulan determinados sentimientos para que acceda a seleccionados conocimientos.
i) Finalmente, su aprendizaje se realiza desde una relación impersonal, discípulo maestro. No siempre sabemos quien es el guionista de una telenovela y cuáles sus propósitos ante el público.
Clima de autojustificación«Ante las dificultades para transmitir el mensaje de Jesús en el mundo que nos rodea, no es raro que se produzca un clima de autojustificación —entre los clérigos, los religiosos, los laicos—. Los culpables de la no aceptación del mensaje serían los destinatarios. Desde los tiempos en que fui alumno de la escuela Normal, todos lo aceptábamos: Un curso con resultados desastrosos acostumbra ser más una responsabilidad de los profesores, que de los alumnos. Porque así como es relativamente normal que un profesor no dé la talla, es improbable que todo un curso esté compuesto por alumnos rematadamente obtusos. Gran número de creyentes opinan que la no aceptación del mensaje de Jesús, por parte de los que no son creyentes, se explica simplemente por su mala fe. Sin preguntarse por qué carencias nuestras el mensaje no llega en condiciones idóneas a sus destinatarios». (Antonio M. Navas - La Pascua de Jesús, Revista VIDA NUEVA No. 2083, pág. 24). |
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Propuesta
Todo lo anterior tiene como objetivo formular una propuesta simple y llana, que podríamos llamar Conversión del Mensaje.
Si el mundo ha cambiado, si el auditorio de nuestras homilías ya no es el de hace diez años, no podemos continuar anunciando a Cristo Jesús desde estereotipos superados. A través de esquemas que hacen sonar el mensaje, pero que impiden a la vez su resonancia sobre la vida real de los oyentes.
Así, el mensaje de la comunicación religiosa hoy ha de ser:
1.º Más inductivo que deductivo:
Conviene ir desde la vida a la teoría. Desde el acontecimiento a la doctrina. Desde la experiencia a la enseñanza de la Iglesia y no viceversa.
2.º Más vivencial que magisterial:
No hemos de presentarnos ante los fieles como quienes tenemos la última palabra, en todo tema divino y humano. Convence más el mostrarnos como creyentes, también en búsqueda, que acompañamos a los discípulos del Señor en la aventura de la fe.
3.º Más existencial que moralista:
Es necesario llegar a una vida según el Evangelio, en la cotidianidad. Muchos de nosotros somos especialistas en señalar deberes. Al desconocer en nuestra predicación las situaciones reales de la gente, no iluminamos la ruta ni motivamos el corazón de los fieles.
4.º Más integral que maniqueo:
El dualismo griego continúa influyendo demasiado en el discurso antropológico de los agentes pastorales. Es necesario mirar al hombre como una unidad, que aunque mixta, toda ella recibe la salvación de Jesucristo.
5.º Más fraternal que crítico:
Tenemos la manía de señalar los yerros, desconociendo por sistema los logros. No acostumbramos enderezar la caña cascada, ni atizar la mecha humeante ( Mt 12,20).
6.º Más positivo que negativo:
El mismo mensaje se puede dar en forma positiva, contagiando entusiasmo a los demás y abriéndoles caminos de esperanza. Los mensajes negativos desalientan y paralizan hacia el bien obrar.
7.º Más cálido que frío:
Nacido del amor que Jesús nos enseña, el mensaje cristiano ha de ser cálido, simpático, dirigido a personas reales. Ha de resonar, fortaleciendo la convicción de que es posible y gratificante vivir el Evangelio.
8.º Más proyectivo que clausurativo:
Un mensaje proyectivo cuestiona al auditorio, lo invita reflexionar, lo motiva a ensayar nuevas actitudes. En cambio un mensaje seco y rotundo es aceptado sólo por algunos y esto durante un tiempo, y rechazado por muchos. Recordemos que la evangelización es una oferta amable, sincera, trasparente. Nunca una imposición.
9.º Más desprevenido que acomplejado:
No es correcto traducir en la predicación nuestros complejos, nuestras fobias o los conflictos personales que nos condicionan. Que la palabra del Señor sea en nuestros labios clara y estimulante.
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Final
Terminemos estas reflexiones con una historia de Anthony de Mello:
«Un día en que resoplaba fortísimo viento, saltó un paracaidista del avión y fue arrastrado a más de cien millas de su objetivo. Con tan mala suerte, que quedó enredado en un árbol, del que estuvo colgado y pidiendo socorro durante horas, sin saber siquiera dónde estaba.
Al fin pasó alguien por allí, el cual le preguntó:
- ¿Qué haces subido en ese árbol?
El paracaidista le contó lo ocurrido y luego le dijo:
-¿Puedes decirme dónde estoy?
- En un árbol, le respondió el caminante.
- Oye, tú debes ser un clérigo.
El otro quedó sorprendido.
- Sí, lo soy. ¿Pero cómo lo sabes?
- Porque lo que dices es verdad, pero no sirve para nada».