Es la queja angustiada que muchos padres de familia presentan al rector del colegio, a la sicóloga del plantel o al párroco vecino. Se conoce en varios lugares del país que hombres y mujeres, jóvenes y adultos practican extraños ritos, relacionados con el demonio. Grupos a los cuales llamamos genéricamente sectas satánicas. Pero aquí como en otros tantos asuntos, una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa.
El llamado satanismo es un movimiento mundial que integra elementos sicológicos, religiosos y también sociológicos. Lo respaldan filósofos y poetas, novelistas, cantantes y directores de cine. Pero allí podemos distinguir tres niveles:
Se da el caso de gente aficionada a cierto ropaje extravagante y a determinados símbolos que algo tienen que ver con el Maligno. Por ejemplo: chaquetas y pantalones de cuero negro, cinturones y pulseras claveteados de accesorios metálicos. O adornados con diablos, cruces invertidas y calaveras. Sin embargo, esto de por sí no significa satanismo. Es apenas un afán de identificación personal, quizás en actitud contestataria.
También se sabe de algunos que gustan frecuentar grupos esotéricos donde se habla del demonio. Atraídos por el riesgo de lo desconocido, participan de pronto en sus ritos. Pero su conducta no equivale a una relación personal y consciente con un ser superior y maléfico.
Quedaría un tercer grupo: quienes, mediante determinadas ceremonias, pretenden acercarse al demonio, cuyos poderes desean asegurar en beneficio propio y contra el Dios tradicional, como remedio de la angustia o ejercicio de venganza.
Desde hace algún tiempo, la Fiscalía ha tomado cartas en el asunto frente a los homicidios, violaciones, suicidios, profanación de cementerios y otros crímenes que el satanismo ha propiciado, especialmente entre los jóvenes.
Raíces del fenómeno
En un país como el nuestro, donde la corrupción y la injusticia dominan muchos ámbitos, no han de extrañarnos quienes, golpeados por una experiencia negativa de hogar, sin una fe debidamente cimentada, desubicados socialmente, proyecten su sentido de trascendencia por caminos absurdos.
El satanismo se explicaría, al igual que la droga, el licor, el sexo desordenado, la violencia, como un camino errado hacia una felicidad ilusoria, hasta convertir tal adicción demoníaca en una religión del absurdo. Se pretende una entrega a poderes negativos e invisibles que nos transporten a un mundo ideal. Allí se quita de la conciencia todo sentido de sanción. Se trataría de una venganza liberadora contra un ser superior, a quien se conoce únicamente como castigador.
Andrea Porcarelli, director de la revista italiana «Religiones y sectas en el mundo», señala como elemento central del satanismo una rebelión radical contra lo divino en general y contra el Dios de la Biblia en particular. El satanismo entonces se convierte en una anti-religión.
¿Pero existe de veras el demonio?
A este respecto podríamos distinguir tres posiciones: Algunos niegan de plano la existencia del Maligno. Muchos hombres y mujeres de hoy afirman «haberse librado del demonio». Haberle cortado, como afirma Arthur Miller, las barbas a Dios y los cuernos al diablo. Para ellos, Satanás no tiene en nuestra civilización otra tarea que asustar a los ingenuos.
Es un fenómeno constante: El hombre, por un mecanismo de defensa, acostumbra burlarse de todo cuanto le desborda. Prefiere ignorar lo que no alcanza a digerir en su mente.
Otro grupo lo forman quienes creen demasiado en el diablo, convirtiéndolo en un segundo Dios. Son gentes aterradas que ven en todas parte el poder del demonio. Su vida religiosa transcurre en «aventuras de encrucijada» como dijera don Quijote, escapando de las celadas que a cada rato les tiende alguien de absolutos poderes.
Vendrían en tercer lugar los creyentes que seguimos la doctrina de la Iglesia. Reconocemos el poder de Dios y la posibilidad de vivir su amistad, sanos de muchos miedos y zozobras.
Bajo la palabra de la Iglesia nos colocamos en el justo medio. Nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica: «Tras la elección desobediente de nuestros primeros padres, se escucha en la tierra una voz seductora, opuesta a Dios. La Escritura y la Tradición de la Iglesia ven en ella un ángel caído llamado Satanás o diablo» (39l).
«Sin embargo el poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu, pero siempre criatura. El no puede impedir la edificación del Reino de Dios… El que Dios permita la actividad del demonio es un gran misterio. Pero nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que El ama». (Rm 8,2) (395).
Por lo tanto no es correcto atribuirle al Maligno todo el mal que causamos los mortales. Mal que podemos remediar por la gracia del Señor.
¿Habrá un credo satánico?
El autor italiano antes citado señala a quien se entrega a una secta satánica, como alguien que padece una crisis de fe mal resuelta, por la incapacidad de iluminar el mal que tortura a nuestro mundo y la propia tragedia que se lleva a cuestas. La adherencia a una secta satánica podría ser una exaltación absoluta de sí mismo, frente a la grandeza del Creador.
A pesar de las investigaciones de la Fiscalía y ciertos estudios sicológicos sobre el tema, no es factible presentar exhaustivamente los contenidos de una secta satánica. Desde el principio se impone a los iniciados un compromiso de silencio, so pena de castigos y aún de la muerte.
Los pocos datos que sabemos proceden de la información esporádica de alguien desencantando del grupo y se refieren más a las prácticas y ritos que a la ideología propiamente. La cual suponemos es variable, de lugar a lugar, aunque conservando algunas constantes.
Esta plataforma ideológica, ambigua y borrosa, lleva sin embargo a los miembros de la secta a ritos aberrantes, como la prostitución en lugares sagrados, el sacrificio de animales, el irrespeto a los cadáveres. La profanación de hostias consagradas y de los símbolos cristianos. Se habla también de la llamada Misa Negra, una parodia de la Eucaristía sobre el cuerpo de una mujer desnuda.
Aparte del vértigo del mal, se explica que una sicología torturada, bajo el efecto de la droga, conduzca fácilmente al suicidio. Así se prueba como en este rompecabezas de la vida todos necesitamos un apoyo de Alguien, a quien los creyentes en Cristo identificamos como un Padre Bueno y Todopoderoso.
Quienes por alguna razón no han logrado una fe adulta, abrumados a la vez por los conflictos, persiguen una fuerza destructora que los inmole.
A los padres de familia
Es un hecho la presencia de sectas satánicas en nuestro medio. Pero no conviene crear pánico al respecto, ni atribuir de inmediato ciertas excentricidades de los jóvenes a una relación personal con el demonio. La llamada Black Metal, o Heavy Music, variaciones del rock, no pasan en ciertos ambientes de ser un lenguaje juvenil de independencia y rebeldía. Sin que desconozcamos que ella es ingrediente común en los ritos satánicos.
Cabría sin embargo preguntar a los padres de familia : ¿Con quién andan sus hijos? Y además : ¿Cuánto tiempo en la semana dedican ustedes a compartir a fondo su problemas ? ¿Qué imagen de Dios les proyectan con su palabra y testimonio?
Ocurre con frecuencia que el hogar se convirtió en hotel. No se da allí un diálogo franco y constructivo. Los padres no son amigos de sus hijos, sino desconocidos o rivales. La familia carece de cercanía y confianza para la confidencia, la corrección fraterna y la celebración amable de la vida. Nos absorbió el trabajo. Abrumados por la carrera consumista, el tiempo de descanso también nos disgrega.
Ante la realidad de las sectas satánicas toca a los progenitores acompañar cuidadosamente a sus hijos. Observar sus signos, su lenguaje, su rendimiento académico, sus ausencias. Un ambiente de amor y libertad, de responsabilidad progresiva y de una vivencia religiosa positiva son el mejor antídoto contra las catástrofes sicológicas y morales.
En la reconstrucción del tejido social, la familia tiene un poder indiscutible. Pero también los medios de comunicación. Convendría que ellos trataran el tema de las sectas satánicas, lejos de todo sensacionalismo. Se trata informar verdad, pero a la vez de crear actitudes de defensa frente a tan lamentables males.
Fuentes:
L’OSSERVATORE ROMANO, 24 y 31 de Enero. 7 y 14 de Febrero de 1997.
MARTÍN DESCALZO, José Luis, VIDA Y MISTERIO DE JESÚS DE NAZARET, Ediciones SIGUEME. Salamanca, 1966.
SAMPEDRO NIETO, Francisco, Sectas y otras doctrinas en la actualidad. Celam Santafé de Bogotá 1995