TejasArriba.org por Calixto
Un mensaje con sabor a Evangelio
Emmanuel, Dios con nosotros

Natividad de Jesús

Novena de Aguinaldos

Reseña histórica

Según la tradición, los cristianos comenzaron a celebrar el nacimiento de Cristo, hacia el año 135 de nuestra era.

El papa san Telésforo (125-136) respaldó esta costumbre, aunque la conmemoración, según las diversas regiones, tenía lugar en distintos meses del año.

Pero fue san Francisco de Asís quien impulsó de veras la devoción al Niño Dios, cuando en 1224 celebró una devota y pintoresca Navidad en Greccio, un pueblecito de la Umbría. Instaló rústicas imágenes de la Sagrada Familia en un pesebre, donde un asnillo y un buey descansaban y ante ellas él mismo cantó el Evangelio de la Natividad.

Ya en nuestro continente, la devoción navideña se incrementó por obra de Fray Fernando de Jesús Larrea, un franciscano nacido en Quito en 1700. Luego de su ordenación sacerdotal en 1725, ejerció como predicador en muchos lugares del Ecuador y de Colombia.

A este misionero debemos la primera novena de Navidad que circuló en nuestras tierras. Escrita, según parece, por petición de doña Clemencia Caicedo, fundadora del convento de la Enseñanza en la capital colombiana.

Dicho texto fue después adaptado por la madre María Ignacia (Bertilda Samper), religiosa de la misma orden de doña Clemencia.

Con el correr del tiempo, la Novena de Aguinaldos ha sido objeto de variados retoques, algunos poco afortunados, para adaptarla a los tiempos y las circunstancias de los fieles.

Aquí hemos reemplazado las consideraciones clásicas por reflexiones más cercanas al texto bíblico, presentadas con un lenguaje asequible aún a los niños.

* * *

Oración para todos los días

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les disteis en vuestro Hijo la mejor prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad, y demás virtudes de vuestro Hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades con que nació, por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con total desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

(Se reza tres veces el Gloria al Padre)

* * *

Día…

Primero; Segundo; Tercero; Cuarto
Quinto; Sexto; Séptimo; Octavo; Noveno

— o o o —

Día primero

16 de diciembre

La historia de Zacarías

Había una vez un sacerdote judío muy piadoso, que se llamaba Zacarías.

Como los sacerdotes del Antiguo Testamento eran casados, éste se había desposado a Isabel. Pero ambos vivían muy tristes porque no tenían descendencia, aunque rezaban mucho y le pedían a Dios les diera un hijo.

Una vez le tocó a Zacarías ofrecer el incienso en el templo de Jerusalén. Mientras el pueblo permanecía afuera en oración, se le apareció al sacerdote un ángel que le dijo: Zacarías: tu oración ha sido escuchada y tu esposa Isabel tendrá un hijo que se llamará Juan. A éste le tocará preparar los caminos del Salvador que ha de llegar muy pronto.

Zacarías se asustó bastante y no podía creerle al ángel. Por esto le dijo: ¿Cómo puede ser esto? Yo ya estoy viejo y mi esposa es de avanzada edad.

Le contestó el ángel: Como señal de lo que Dios puede hacer, te vas a quedar mudo hasta que nazca el niño.

Zacarías salió del templo y ya no podía hablar, sin embargo trató de explicarle por señas, a la gente lo que le había ocurrido.

Y todo el pueblo comentaba que seguramente había tenido una visión, mientras ofrecía el incienso sobre el altar.

* * *

Oración a la Santísima Virgen

Soberana María, que por vuestras grandes virtudes, y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma, y la de todos los que en este tiempo hicieren esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado Hijo.

¡Oh dulcísima Madre! Comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que le aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

(Tres veces el Avemaría)

* * *

Oración a San José

¡Oh Santísimo José, esposo de María y padre adoptivo de Jesús!, infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan altos ministerios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al divino Niño, me abraséis en fervorosos deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el Cielo. Amén.

(Padrenuestro, Avemaría y Gloria)

* * *

Gozos

Dulce Jesús mío,
mi Niño adorado:

¡Ven a nuestras almas,
ven, no tardes tanto!

Oh sapiencia* suma
del Dios soberano,
que a infantil alcance
te rebajas sacro;
oh divino Niño,
ven para enseñarnos
la prudencia que hace
verdaderos sabios.

Ven, etc.

Oh Adonaí* potente
que a Moisés hablando,
de Israel al pueblo
diste los mandatos;
ah, ven prontamente
para rescatarnos
y que un niño débil
muestre fuerte brazo.

Ven, etc.

Oh raíz sagrada
de Jesé* que en lo alto,
presentas al orbe
tu fragante nardo;
dulcísimo Niño
que has sido llamado
Lirio de los valles
bella Flor del Campo.

Ven, etc.

Llave de David*
que abre al desterrado
las cerradas puertas
del regio palacio;
sácanos, oh Niño,
con tu blanca mano,
de la cárcel triste
que labró el pecado.

Ven, etc.

Oh lumbre de Oriente*,
sol de eternos rayos,
que entre las tinieblas
tu esplendor veamos;
Niño tan precioso,
dicha del cristiano,
luzca la sonrisa
de tus dulces labios.

Ven, etc.

Espejo* sin mancha,
Santo de los santos,
sin igual imagen
del Dios soberano;
borra nuestras culpas,
salva al desterrado
y, en forma de niño,
da al mísero amparo.

Ven, etc.

Rey de las naciones,
Emmanuel* preclaro,
de Israel anhelo,
pastor del rebaño;
Niño que apacientas
con suave cayado,
ya la oveja arisca,
ya el cordero manso.

Ven, etc.

Ábranse los cielos
y llueva de lo alto
bienhechor rocío*
como riego santo;
ven, hermoso Niño,
ven, Dios humanado,
luce, hermosa estrella,
brota, flor del campo.

Ven, etc.

Ven, que ya María*
previene sus brazos,
do su niño vean
en tiempo cercano;
ven, que ya José,
con anhelo sacro,
se dispone a hacerse
de tu amor sagrario.

Ven, etc.

Del débil auxilio,
del doliente amparo,
consuelo del triste,
luz del desterrado,
vida de mi vida,
mi dueño adorado,
mi constante amigo,
mi divino hermano.

Ven, etc.

Véante mis ojos,
de ti enamorados,
bese ya tus plantas,
bese ya tus manos;
prosternado en tierra,
te tiendo los brazos
y aún más que mis frases,
te dice mi llanto.

Ven, etc.

¡Ven salvador nuestro,
por quien suspiramos!

Ven, etc.

* * *

Notas:

* Sapiencia: La sabiduría de Dios desborda todos nuestros conocimientos. Pero él nos ayuda a comprender su plan de salvación. Volver a Gozos

* Adonaí: Entre los nombres de Dios que trae el Antiguo Testamento, se encuentra éste, que quiere decir Señor del mundo. Volver a Gozos

* Raíz de Jesé: A Jesús, descendiente lejano de David, lo llamamos raíz de Jesé, quien fuera el padre del segundo rey de Israel. Volver a Gozos

* Llave de David: El mayordomo del rey tenía por oficio abrir y cerrar los palacios. Sólo Jesús puede liberar a los oprimidos, salvarnos de tantas esclavitudes. Volver a Gozos

* Lumbre de Oriente: El tema de la luz recorre todas las páginas de la Biblia. A Jesús se le presenta como el sol que ilumina a cuantos yacen en las tinieblas. Volver a Gozos

* Emmanuel: Entre los nombres de Cristo, quizás éste sería el más hermoso. Significa «Dios con nosotros». Volver a Gozos

* Espejo sin mancha: Es bonita la imagen del espejo para comparar a Cristo, en cuya persona no existe ninguna sombra ni ocaso. Volver a Gozos

* Bienhechor rocío: Los profetas rogaban al cielo hiciera descender al Mesías, así como las nubes derraman el rocío. Volver a Gozos

* María: Ella, cuyo nombre significa Señora, nos entrega a Jesús, fruto bendito de su vientre. Volver a Gozos

* * *

Oración al Niño Jesús

(Para todos los días)

Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús! que dijisteis a la venerable Margarita del Santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad, agobiada y doliente: «Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado».

Llenos de confianza en Vos, oh Jesús, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayudadnos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada.

Concedednos, por los méritos infinitos de vuestra encarnación y de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto…

Nos entregamos a Vos, oh Niño omnipotente, seguros de que no quedará frustrada nuestra esperanza. Y de que, en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.

— o o o —

Día segundo

17 de diciembre

Un ángel visita a María

En Nazaret, un pueblo muy humilde de Galilea, vivía una joven que se llamaba María. Ella estaba ya comprometida para casarse con José, que era un joven de la familia del rey David.

Un día el arcángel Gabriel se le presentó y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». María se asustó porque no entendía aquel saludo.

Pero el ángel añadió. «No temas, porque el Señor está muy contento contigo. Vas a quedar en embarazo y darás a luz un hijo al cual le pondrás por nombre Jesús. Este será llamado Hijo del Altísimo. Será alguien muy grande. Y será rey como David rey de Israel, y su reinado no se acabará nunca».

María le dijo al ángel: «¿Cómo podré ser madre, si todavía no vivo con mi esposo?».

El arcángel le contestó: «El Espíritu Santo bajará sobre ti y el poder de Dios te cubrirá con su sombra. Ahí tienes a Isabel tu prima que, siendo ya mayor, va a tener un hijo. Porque para Dios no hay nada imposible».

María le dijo al ángel: «Yo soy la servidora del Señor. Que se haga en mí lo que has dicho».

Entonces el ángel se despidió y se volvió para el cielo.

(Todo lo demás como el día primero)

— o o o —

Día tercero

18 de diciembre

Nacimiento de Juan, el Bautista

Después de la visión que Zacarías tuvo en el templo de Jerusalén, pasaron varios meses. Y llegó el día en que Isabel, su esposa, dio a luz un niño. Los familiares y vecinos daban gracias a Dios y la felicitaban.

Cuando fueron a ponerle nombre al recién nacido, todos querían llamarlo Zacarías igual que el papá, como se usaba entonces.

La madre sin embargo, dijo: No. Quiero que se llame Juan. Le preguntaron por señas al padre. Y éste escribió en una tablilla: «Juan es su nombre». Y todos quedaron admirados.

Entonces se le soltó la lengua a Zacarías y comenzó a dar gracias a Dios, diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel porque ha visitado y redimido a su pueblo, presentando entre nosotros al Salvador (es decir, a Jesús que iba a nacer). Así se han realizado las promesas que Dios nos hizo por medio de los profetas. Para salvarnos de todos los enemigos».

Y la gente decía: ¿Qué irá a ser este niño cuando sea grande? Porque la mano de Dios estaba con él.

Juan iba creciendo, e iba aprendiendo muchas cosas. Y después se fue para el desierto, a prepararse para ser profeta.

Allí se vestía con un manto de pelo de camello y se alimentaba con langostas y miel silvestre. Y a quienes lo visitaban les decía: «Conviértanse, porque muy pronto va a llegar el Salvador».

(Todo lo demás como el día primero)

— o o o —

Día cuarto

19 de diciembre

Las dudas de José

José y María eran novios ya comprometidos, aunque no se habían casado todavía.

Pero José se dio cuenta de que María iba a tener un hijo. Y él no sabía lo que había dicho el ángel Gabriel.

Pasaba las noches sin poder dormir, pero tampoco podía creer que su futura esposa le hubiera sido infiel.

Entonces un día, al amanecer, resolvió empacar un poco de ropa e irse de Nazaret. Así dejaba el problema en manos de Dios, pues él no entendía nada de este asunto.

Ya al amanecer, cuando José, pudo dormirse un rato, se le apareció otro ángel y le dijo: «José, descendiente de David (así se decían los apellidos en ese tiempo): No temas llevar a tu casa a María tu esposa, porque la criatura que espera es obra del Espíritu Santo. Ella va a tener un hijo. Pónganle el nombre de Jesús, porqué él va a salvar al mundo de todos los pecados».

José se despertó de pronto, pero ya estaba muy feliz y, apenas amaneció, se fue a la casa de María a contarle lo sucedido.

Allí acabaron de arreglar todo lo del matrimonio.

(Todo lo demás como el día primero)

— o o o —

Día quinto

20 de diciembre

María visita a su prima

En aquel tiempo, la Virgen María se fue de prisa para un pueblo que quedaba en los cerros de Judá, al sur de Jerusalén. Allí vivían Zacarías y su esposa Isabel, que ya casi iba a tener un niño. El que sería san Juan Bautista.

La Virgen entró a la casa y saludó a Isabel. Entonces el niño Juan que aún no había nacido, se alegró y empezó a saltar en su vientre.

Isabel sintió que el Espíritu Santo llegaba a ella y dijo: «Bendita tú, María, entre todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Cómo he merecido yo que venga a visitarme la madre de mi Señor? Dichosa tú que has creído las promesas de Dios». María entonces proclamó el canto del Magníficat, una oración de alabanza a Dios que dice frases como éstas: «Mi alma se llena de alegría y alaba al Señor, porque miró a su servidora pequeñita. Él que es tan grande y tan poderoso.

De hoy en adelante la gente va a decir que soy afortunada. Porque a Dios no le gustan los importantes y los poderosos, sino los pobres y los humildes».

María se quedó como unos tres meses con su prima, ayudándole en todo lo de la casa, hasta que Isabel tuvo el niño.

(Todo lo demás como el día primero)

— o o o —

Día sexto

2l de diciembre

Matrimonio de María y José

María y José se casaron como se usaba en su tiempo. El matrimonio se realizaba en dos etapas: Primero los novios se comprometían, más o menos a los catorce años. Así eran las costumbres hebreas. Y un año después se hacía propiamente la boda.

Después del compromiso, María se dedicó a preparar lo necesario para el futuro hogar y también a orar.

Toda novia judía le rogaba al Señor que de su descendencia naciera el Mesías, es decir Cristo, el Salvador.

En la fiesta de bodas José entregó un dinero a Joaquín, el padre de María. Era la dote, que servía también para pagar los gastos del matrimonio.

María, acompañada de sus amigas fue llevada a la casa de José, cubierta la cabeza con un velo blanco.

José levantó luego ese velo y reconoció a su esposa. Pero entre el compromiso y el matrimonio de María y José tuvo lugar el milagro de la Encarnación del Verbo. Es decir, Dios vino a la tierra a vivir entre nosotros.

Cuando José recibió a María que esperaba un hijo por obra y gracia del Espíritu Santo, celebraron un banquete muy modesto, pero todos estuvieron muy contentos en Nazaret. Aunque los jóvenes esposos guardaban respetuosamente el secreto: Dios se había hecho hombre en una madre virgen.

(Todo lo demás como el día primero)

— o o o —

Día séptimo

22 de diciembre

Pronto nacerá el Salvador

San Juan escribe en su Evangelio una expresión muy bonita: «El Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros». El Verbo quiere decir el Hijo de Dios, o en otras palabras, la segunda Persona de la Santísima Trinidad.

El Hijo de Dios nació un día como nosotros, de una mamá. La mamá del Niño Dios es la Virgen María.

De esta manera Dios quiso acercarse a nosotros, ser igual a nosotros en todo, menos en el pecado. Esto para salvarnos y darnos ejemplo de vida.

San Juan dice que Dios «acampó» entre nosotros. Es decir, fue un niño más de su pueblo Nazaret, donde José trabajaba como carpintero.

Su familia era sencilla y pobre. Y los vecinos no supieron quién era Jesús, sino cuando ya fue un hombre y comenzó a predicar y a hacer milagros.

Por aquel tiempo había en Israel mucha pobreza, inseguridad y bastantes enfermedades. Jesús aparece para enseñarle a su pueblo y a toda la humanidad, una forma de vida honrada y justa. Esto es lo que Dios quiere de nosotros.

Así, los que seguimos a Jesús, trabajamos para que el mundo sea cada día mucho mejor.

(Todo lo demás como el día primero)

— o o o —

Día octavo

23 de diciembre

El viaje hacia Belén

Por aquellos días, el emperador que se llamaba César Augusto, dio la orden de hacer un censo, en los lugares donde él mandaba. Era obligatorio ir a dar los datos personales, al pueblo donde uno había nacido.

José, que era descendiente de David, tuvo que viajar entonces de Nazaret hasta Belén, al sur de Jerusalén. Viajó con María, su esposa que esperaba su hijo para pronto.

El viaje fue probablemente en un burrito, donde iba montada María. Y en los pasos malos, José tomaba el asno por el cabestro, con mucho cuidado.

Se demoraron varios días, descansando en algunos pueblos, donde tenían amigos y familiares.

Al fin llegaron a Belén. Pero como había tanta gente por motivo del censo, no encontraban hospedaje. Buscaron por todas partes y ya por la tarde, sólo hallaron una pesebrera, donde por las noches se guardaban los animales.

Con mucha paciencia, arreglaron aquel lugar de la mejor manera, y cansados como estaban, se dispusieron a pasar la noche.

(Todo lo demás como el día primero)

— o o o —

Día noveno

24 de diciembre

La primera Navidad

Aquella noche santa y bendita, sucedió en Belén de Judá el acontecimiento más grande de todos los siglos: El nacimiento del Niño Dios.

Estaban María y José en el pesebre, donde se habían albergado, cuando «a la manera que el rayo del sol pasa por un cristal sin romperlo ni mancharlo», del vientre de María salió el Niño y ella lo envolvió en pañales y lo puso sobre las pajas del pesebre.

Había por aquellos lados de Belén unos pastores, que cuidaban por la noche sus ovejitas. Y un ángel los llamó diciéndoles: «Hoy ha nacido el Salvador. Vengan y lo verán recostado en una pesebrera». Y también unos ángeles cantaban en el cielo: «Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres».

Los pastores salieron a prisa de sus cuevas, pues eran gente muy pobre, y en las afueras del pueblo, encontraron a María y a José y al Niño recién nacido, que dormía sobre las pajas.

Y se regó la noticia por toda aquella región y los pastores les contaban a todos los vecinos, cómo los habían llamado los ángeles y cómo estaban de felices.

La Virgen María también estaba muy contenta y guardaba en el corazón todas estas hermosas experiencias.

(Todo lo demás como el día primero)

— o o o —

Adaptación de textos:

Calixto

Con licencia eclesiástica.

— o o o —

Villancicos para la
venida del Niño Jesús

Noche de paz

Noche de paz, noche de amor,
todo duerme en derredor,
sólo velan María y José;
duerme el Niño y durmiendo se ve
todo el cielo en su faz (bis).

Noche de paz, noche de amor,
en los campos al pastor,
coros celestes proclaman salud,
gracias y gloria en su plenitud,
por nuestro Dios redentor (bis).

Noche de paz, noche de amor,
llena el cielo un resplandor,
en la altura resuena un cantar:
«Os anuncio una dicha sin par;
ha nacido el Salvador» (bis).

Noche de paz, noche de amor,
contemplad el gran fulgor,
desde el pesebre del Niño Jesús,
la tierra entera se llena de luz
porque ha nacido el Señor (bis).

* * *

El tamborilero

El camino que lleva a Belén
baja hasta el valle que la nieve cubrió;
los pastorcillos quieren ver a su rey,
le traen regalos en su humilde zurrón;
ropopompom… ropopompom, pom…
Ha nacido en un portal de Belén
el Niño de Dios.

Yo quisiera poner a tus pies
algún presente que te agrade, Señor;
Mas tú ya sabes que soy pobre también
y no poseo más que un viejo tambor;
ropompompom… ropopompom, pom…
En tu honor, frente al portal tocaré,
con mi tambor.

El camino que lleva a Belén
yo voy marcando con mi viejo tambor;
nada hay mejor que te pueda ofrecer;
su ronco acento es un canto de amor;
ropompompom… ropopompom, pom…
Cuando Dios me vio tocando ante El,
me sonrió.

* * *

Antón tiruliruliru

Duérmete, niño chiquito,
que la noche viene ya;
cierra pronto tus ojitos,
que el viento te arrullará.

Antón, tiruliruliru,
Antón, tirulirulá (bis).
Jesús al pesebre
vamos a adorar (bis).

Duérmete, niño chiquito,
que tu Madre velará;
cierra pronto tus ojitos,
porque la entristecerás.

Antón, tiruliruliru,
Antón, tirulirulá (bis).
Jesús al pesebre
vamos a adorar (bis).

* * *

Tutaina tuturumá

Los pastores de Belén
vienen a adorar al Niño,
la Virgen y San José,
los reciben con cariño (bis).

Tutaina tuturumá,
tutaina tuturumaina.
Tutaina tuturumá, tuturumá,
tutaina tuturumaina (bis).

Vamos todos a cantar
con amor y alegría,
porque acaba de llegar
de los cielos el Mesías (bis).

Tutaina…

Tres reyes vienen también
con incienso mirra y oro
a ofrendar al Dios su bien,
como el más grande tesoro (bis).

Tutaina…

* * *

A la nanita, nana

A la nanita nana,
nanita nana, nanita ea;
mi Jesús tiene sueño,
bendito sea, bendito sea.

Fuentecilla que corres, clara y sonora,
ruiseñor que en la selva, cantando lloras,
callad mientras la cuna se balancea,
a la nanita nana, nanita ea.

Manojito de rosales y de alhelíes:
¿qué es lo que estás soñando que te sonríes?
¿y cuáles son tus sueños? Dilo alma mía.
Más, ¿qué es lo que murmuras? - Eucaristía.

Yo no sé lo que es eso, Niño del alma,
pero si esa sonrisa mis penas calma,
sigue, sigue soñando, mi dulce dueño,
sin que nada te ahuyente tan dulce sueño.

Pajarillos y fuentes, auras y brisas,
respetad ese sueño y esa sonrisa;
callad mientras la cuna se balancea:
que el Niño está soñando, ¡bendito sea!

* * *

Zagalillos del valle

Zagalillos del valle, venid,
pastorcitos del monte, llegad;
esperando que el Dios prometido
ya vendrá, ya vendrá, ya vendrá.

Zagalillos…

La esperanza, la gloria y la dicha
la tendremos en El ¿Quién lo duda?
Desdichado de aquel que no acuda
con la fe que lo debe animar.

Zagalillos…

Hoy venimos, Niñito del alma,
a entonarte estos cantos de amor,
esperando que en cambio nos digas:
«Hermanitos: la paz mía os doy».

* * *

Vamos, pastores

Vamos, pastores, vamos,
vamos a Belén,
a ver en ese Niño
la gloria del Edén (bis).

Ese precioso niño,
yo me muero por él,
sus ojitos me encantan,
su boquita también.
El padre lo acaricia,
la madre mira a él
y los dos extasiados
contemplan aquel ser (bis).

Yo, pobre pastorcito,
al Niño le diré,
no la buenaventura,
eso no puede ser;
le diré me perdone
lo mucho que pequé
y en la mansión eterna
un ladito me dé (bis).

* * *

Campanas de Belén

Campana sobre campana
y sobre campana una;
asómate a la ventana,
verás a un niño en la cuna.

Belén, campanas de Belén
que los ángeles tocan,
¿qué nuevas nos traéis?

Recogido tu rebaño,
¿a dónde vas pastorcito?.
Voy a llevar al portal
requesón, manteca y vino.

Campana sobre campana
y sobre campana dos;
asómate a la ventana
porque está naciendo Dios.

Caminando a media noche,
¿dónde caminas pastor?
Le llevo al niño que nace,
como a Dios, mi corazón.

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