Papi, ¿la mamá de Juan trabaja?

(Solidaridad, esfuerzo, dedicación)

- Claro que sí.

- Pero si ella no sale de la casa.

- Trabaja en la casa.

- Yo no la veo hacer nada. -¿Cómo así? ¿La casa se arregla sola y la comida llega a la mesa como por arte de magia?

- ¡Ay, papi! Ella limpia y cocina. Eso se sabe…

-¿Y a ti te parece que eso no es trabajo?

- No como el de mi mamá que trabaja en una empresa.

- ¿Ese trabajo se paga?

- ¿Cuál?

- El de una empleada de servicio. ¿O ellas no cobran? Sí papi, pero…

- Sin pero, Oscar. El trabajo que hace la mamá de Juan es uno de los más duros y más importantes y no tiene horario de salida. Por ese trabajo se mantiene limpia y agradable una casa y bien alimentada una familia. Además le permite a la mamá de Juan estar ahí cuando llegan los hijos.

- Pero a ella no le pagan.

- No, Oscar, pero si no trabajara le tendrían que pagar a otra persona y eso que no tienen que pagar es lo que ella aporta. Sólo que no se ve en efectivo o en un cheque.

- Ya entendí, papi, pero es que estoy pensando pensamientos…

- -¿Cuáles?

- Que cuál mamá me gusta más, si la mía que sale o la de Juan que se queda.

-¿ Y con qué pensamiento te quedas?

- Yo quiero mucho a mi mami y sé que ella también me quiere mucho. Llega cansada, pero se sienta en el suelo a jugar con nosotros y no sale por la noche, sino cuando ya estamos dormidos y ustedes todos los sábados y domingos están con nosotros.

¿Entonces?

- Es que uno quisiera encontrarla cuando llega.

- ¿Y la de Juan?

- También es muy querida y siempre está en la casa, pero ya pensé que por nada la cambio por la mía.

- Ya que hablamos de pensar pensamientos, piensa Oscar, que mami daría cualquier cosa por poder estar ahí. Pero, por el momento, es necesario que trabajemos los dos. Y si tú dices que no la cambias es porque sabes que ella, en ese menos tiempo, te da amor, presencia y comunicación.

- Sí, papi y yo me siento muy orgulloso de lo que ella hace. Lee lo que le escribo en mi tarjeta del día de la madre: «Mami, te queremos mucho y hasta que tú no llegas, la casa se ve como vacía».