¿Papi, seguimos?
(Espiritualidad, valores)
-¿Con los valores? Creí que se te había olvidado.
- No y hoy me traje a Celina.
- Bienvenida, Celina ¿a ti también el tema te interesa?
- Sí, porque en mi casa no hablamos de esas cosas. Mejor dicho, no hablamos
-¿Y eso?
- Mi papá nunca está y mi mamá no tiene tiempo.
- Entiendo. ¿Y Jorge, te dijo algo?
- Sí, lo que usted le explicó.
- Bueno, recuerdo que nos quedamos en eso de por qué se han perdido los valores. ¿Tú que crees, Celina?
- Será por el cambio. Mi tía siempre dice: ¡Ay, esto ya no es lo mismo!
- Tienes razón. Con el cambio cambiaron los valores. Me imagino que has leído El Principito.
- Jorge me lo regaló. Me parece muy lindo y ya no sé cuántas veces lo he leído.
-Pues el autor, Saint Exupéry, dice en una carta que escribió antes de su muerte, que lo que el hombre necesita es un sentido espiritual de la vida. Y eso fue lo que perdimos, nos olvidamos de Dios.
- Nos, es mucha gente, papi. Tú no te has olvidado y nosotros tampoco.
- Digamos que muchos se han olvidado de Dios y con Dios, de los valores,
-¿Pero esos valores dónde se aprenden?
- En la familia, Jorge, y solamente en la familia.
- ¿Y el colegio? ¿Y la universidad?
- Con pocas y honrosas excepciones, ya no forman, Informan y a veces… deforman.
- Pero ¿cómo se aprenden en la familia? Antes no habíamos hablado de eso.
- Se aprenden viendo vivir a los padres. Esa es la tremenda responsabilidad que tenemos. Lo que educa a los hijos no es lo que les decimos, no es lo que les predicamos, ni siquiera el buen ejemplo que les damos. Es lo que nosotros somos.
-¿Y yo que no tengo a los míos, me voy a quedar sin valores?
-Celina por Dios, ¿cómo dices eso?
- Pero no, tengo a mi abuela y a Jorge.
- ¿Ves? la familia y la amistad.
- El amor, papi, ¿no dijiste que encierra todos los valores? - Así es, hijo. Y siempre que hablamos de valores, me acuerdo de un juego que teníamos de pequeños. Unos cubos de colores, generalmente con las letras del alfabeto, con los cuales hacíamos torres. Al que la hiciera más alta. Pero no faltaba el hermano travieso que al pasar quitaba uno. Y la torre se iba al suelo. Hemos ido quitando cubos: Dios, el amor, la lealtad, la honradez, el respeto y…
-¿Todo se fue al suelo?
- Sí, Celina, ¿pero sabes lo que hacíamos cuando se caía la torre? ¡Volvíamos a empezar!