Julián, ¿qué es eso?
(Honradez, transparencia)
- Un bolígrafo, mami.
- ¿De dónde lo sacaste?
- Me lo encontré aquí en la casa.
- ¿Y de quién era?
- Yo pregunté y no era de nadie. Seguro alguno lo dejó aquí y entonces…
- ¿Entonces qué?
- Yo lo cogí, papi.
- Eso no se hace.
- ¿Por qué, si nadie lo estaba usando?
- Por delicadeza, Julián. Esas cosas se guardan con cuidado, máxime si son valiosas como la que tú tienes. Mañana aparece el dueño y ¿qué le vamos a decir?.
- No seas exagerada, mami. ¿Qué tal si me lo encuentro en la calle?
- Eso es otra cosa, porque no hay posibilidad de encontrar al dueño. Pero aquí sí. Dámelo yo lo guardo.
- ¿Y si pasa mucho tiempo?
- ¿Se te olvidó lo del reloj de tu hermana?
- Pero, mami…
- Recuerda. Era un pequeño reloj de péndulo de madreperla. Se lo llevamos a un joyero. Faltaba un repuesto. No sé por qué pasó el tiempo, nos embolatamos y nos olvidamos de reclamarlo.
- Y mi hermana viendo el estuche se acordó.
- Sí, Julián. Después de catorce años. ¿Me oyes? ¡De catorce años! Llamó al joyero y el le dio cita al otro día, para entregárselo. Esa era la gente de antes.
- Sí, hijo, la honradez era un vicio.
-¿Un vicio, papi, como el cigarrillo?
- Casi. Lo raro era no ser honrado. Lo ajeno era sagrado. La palabra dada, una escritura.
-¿Y después qué pasó?
- Se perdieron los valores. Empezando tal vez por las cosas pequeñas. ¿Por los bolígrafos? Y ahora la honradez es una perla rara. Nos estamos robando el país.
- ¡Yo no me robé el bolígrafo!
- Claro que no, pero lo usaste sin ser tuyo, Julián. Con todo esto, queremos que aprendas el respeto por lo que tiene dueño.
- En el colegio se roban hasta las fiambreras.
- Yo sé pero tienes que aprender a ser distinto: ¿Se roba?, yo no robo. ¿Se miente?, yo no miento. Es una lucha, pero vale la pena.
- Acuérdate siempre de aquel joyero. Para que la honradez no sea patrimonio de la «gente de antes», sino de la «gente de ahora»!