Abuela, ¡queremos
el cuento de Pascua!
(Fe, espiritualidad)
- Eso no es cuento - dice Gonzalo- es una historia porque es verdad.
- ¿Cuál de todos quieren que les cuente?
- El de la Magdalena, que madrugó a llevar el perfume. - Pide Mónica-
- No - dice Gonzalo- el de los dos que se lo encontraron.
- Sí, sí, gritan todos.
- Pero si se los conté esta mañana.
- No importa, nos gusta mucho —
- Está bien. Resulta que dos de los amigos de Jesús que lo querían mucho, salieron por la mañana para Emaús.
- ¿Y cómo se llamaban?
- Uno se llamaba Cleofás…
- ¡Uy, que nombre tan raro!
- ¿Y dónde quedaba Emaús?
- Ya la abuela nos contó que era un pueblo cerquita a Jerusalén.
- Sí. Iban caminando, cuando se les acercó un hombre. En esos tiempos la gente viajaba a pie…
- ¿Y no se cansaban mucho?, pregunta Laura.
- Estaban acostumbrados… Entonces el que iba con ellos les preguntó de qué estaban hablando.
- ¿Y qué le contestaron?
- Le dijeron que si no sabía lo que había pasado en Jerusalén.
- Sí, -interrumpe Mónica- que a Jesús que era un profeta muy poderoso, lo habían crucificado.
- Y que - sigue Gonzalo- unas mujeres habían ido a la tumba y estaba vacía y se les apareció un ángel todo brillante y les dijo que Jesús estaba vivo.
- Dejen a la abuela, que ella es la que mejor sabe la historia y ya va a llegar a lo que más me gusta, pide Laura.
- Entonces - continúa la abuela- Él les dijo que cómo no habían entendido todo lo que decían los profetas..
- ¿Y quiénes eran los profetas?
- Unos hombres muy sabios que conocían el futuro. Y Jesús les explicó toda la historia desde Moisés. Y cuando pararon a comer en el camino, Él hizo como si fuera a seguir.
- Y no lo dejaron - cuenta Mónica- Si yo fuera, tampoco lo dejaba ir.
- Tienes razón. ¿Y recuerdan qué pasó cuando Él se sentó a comer con ellos y partió el pan?
- Sí, abuela - gritan todos- que lo reconocieron.
- Ay, pero se les desapareció, dice una.
- Sí, pero ellos recordaban lo felices que estaban cuando Él hablaba, y se devolvieron a Jerusalén, a contarle a la gente todos que Jesús estaba vivo. Y eso, niños, es la Pascua: Que todos sabemos que Él está vivo y resucitó.
- Pero, abuela, - pregunta Gonzalo- ¿por qué lo seguimos celebrando si eso hace tanto tiempo que pasó?
- Porque Él se nos sigue apareciendo.
- ¿Verdad? ¿A ti se te aparece?
- Si, claro.
- Ay, la abuela es una santa. Se le aparece Jesús.
- Se nos aparece a todos, buenos y malos.
- A mí no. Yo nunca lo he visto.
- Te pasa como a Cleofás, no lo has reconocido. Pero se nos aparece cuando alguien nos ayuda.
- ¿Como la mamá?
- Sí, o el papá, o un amigo. Cuando vamos a comulgar, cuando tenemos una pena y salimos adelante, cuando alguien nos perdona.
- ¿Cómo mi papá cuando le pegué a Laura?
- Sí, mi amor
- Entonces, a mí sí se me aparece
- Y a mí.
- Y a mí también…
Ya es de noche
- La bendición, abuela, que nos vamos a dormir.
La abuela cierra suavemente la puerta y siente que toda la alegría de la Pascua estalla en su corazón.