Papi, ¿las cosas desaparecen?
(Honradez)
- ¿Dónde?
- En el colegio. La profesora preguntó: ¿Qué pasó con la honradez? ¿ Y sabes qué contestó Tomás? ¡Se la robaron!
- Es verdad, se la robaron con los chanchullos, comprándose la gente, con los desfalcos, las quiebras fraudulentas, la corrupción en el gobierno, los malos manejos, los negocios sucios.
- ¿Y eso fue de pronto?
- No, poco a poco. La primera vez la conciencia nos grita, después nos habla, luego murmura y por último se calla.
- ¿Y eso por qué?
- Volvemos a lo mismo Jorge: la crisis moral. La honradez era un valor cristiano y cultural nuestro. La palabra, una escritura. Ser honrado era un título y un honor.
- ¿Y no había quiebras?
- Sí, las hubo y tremendas, pero el que quebraba no descansaba hasta no haber pagado el último centavo.
- Ahora papi quiebran y se vuelan o no se les nota. Son muy pocos los que pagan.
- Cierto y en esto de la honradez no hay término medio. Tú puedes ser más o menos generoso, más o menos educado, más o menos respetuoso o paciente, pero no más o menos honrado. O se es o no se es honrado y eso, sigo insistiendo, se aprende en el hogar. De los abuelos de los padres, de los tíos, de los mayores.
- Sí papi. Un tío de mami nos contó algo increíble del abuelo.
- ¿Qué sería? De él hay tantas anécdotas…
- Lo de la deuda.
- A ver, cuenta.
- Pues que el papá de él.
- Tu bisabuelo.
- Tenía un negocio de abarrotes y quebró. Mi abuelo, que se había ido a recorrer mundo, vino desde lejos a pagar una deuda, no suya sino del papá que ya había muerto. Aquí le dijeron que no existía. Pero él no se quiso ir hasta que no encontraron los papeles y la pagó.
- Esa, hijo, era la gente de antes, y esa la herencia moral que nos dejó tu abuelo.
- ¿Cierto que eso ya no se ve?
- Todavía queda gente honrada, de la cual no se habla. Pero de todas maneras, como decía tu abuela: «Eso era alemán y ya no lo traen».