¡A mí esto me va a matar!
(Vida de fe, autenticidad cristiana)
- ¿Qué, Susana?
- Que estos hijos no van a misa, o van un domingo sí y dos no.
- Tranquila, que a mí me pasa lo mismo.
- Mal de muchos, consuelo de tontos, decía mi abuela. Pero, Sofía, dime qué puede hacer uno. Son mayores y no se pueden obligar y por más que uno diga, no los convence. Tiene que haber alguna manera…
- Pues lo que es en mi casa - y tú conoces a Cristóbal como es de cumplidor- ya nos dimos por vencidos.
- Juan y yo todavía no, pero te confieso que estamos a punto de tirar la toalla.
- Sí, mija, pero consolémonos pensando que hemos hecho todo lo posible, por transmitirles una fe y unos valores.
- Por ahí dicen que después regresan. ¡Quien sabe!… Puede que ni nos toque. Para esa época ya vamos a estar bajo tierra.
- Sí, querida. Este problema se ventila en muchas reuniones de padres de familia y todas salimos muy confundidas y sin soluciones.
- En el colegio de los míos alguien dijo que, como ahora todo está permitido y los jóvenes necesitan tener contra qué rebelarse, la emprendieron con la misa.
- Pues si es así, yo no sé qué dirá el padre Jorge, pero yo prefiero que sea contra la misa y no con la droga.
- Lo cierto - dice doña Sofía- es que no estábamos preparadas para este cambio.
- Sí, lo que es para este aeropuerto, yo no tenía tren de aterrizaje.
- Yo he resuelto que lo mejor es que nosotros sigamos yendo a misa, no por rutina, sino con alegría y entusiasmo. Es más lo que aprenden viendo que oyendo.
- Claro que ellos para todo tienen explicación. El mío dice: Pero mami, si yo rezo y creo en Dios»… Y además no creo que sea bueno obligarlos.
- Yo ya ni sé, pero creo que no.
- De todos modos, hemos pasado aquí sentadas toda la tarde y estamos en las mismas.
- Uno les dice que misa es misa. Y ellos alegan que los micrófonos no sirven, que el padre predica muy largo y muy maluco y que nadie participa. Y yo los he visto felices cuando es un grupo pequeño, cuando la homilía es en el lenguaje de ellos y cuando la liturgia los tiene en cuenta.
- ¿Y eso donde se encuentra? Porque yo camino lo que sea, con tal de que me vayan a misa.
- Algunas parroquias tienen una misa especial para los jóvenes. Podrías sugerir eso en la tuya.
- En todo caso, no nos pongamos trágicas. Son muchachos sanos y buenos. Lo que pasa es que pertenecen a la generación quemada por tantos ensayos de catequesis. Les quemaron la casa vieja… y no les tenían casa nueva.