Papi, ¿quién es ese señor?
(Personalidad, equilibrio)
Al salir del mercado, el papá se detuvo a conversar con un amigo. Apenas se despidieron, el hijo preguntó: Papi, ¿quién es ese señor?
- Es un gran amigo. Nos conocemos desde niños. El ha estudiado mucho. Es profesor en la universidad. Es muy correcto. Si vieras todas las obras sociales que promueve. Además tiene una familia ejemplar.
- Papi, ¿pero ése no es el de la finca bonita?
- Sí hombre, francamente fue lo último que pensé decirte.
- ¿Y por qué papi? Esa «bacanería» de finca?
- ¿Tú no te has dado cuenta de que hoy la gente está valiendo por lo que tiene y no por lo que es?. Fijate cómo se conocen hoy las personas: El del jeep verde, el ganadero de Urabá, el dueño de la tienda de la esquina, la dueña de la «Boutique», la que se viste tan bonito.
- Ah, sí papi, yo mismo identifico a los amigo por el carro o por la moto.
- ¿No ves?, todo esto indica que en esta sociedad, los verdaderos valores están en peligro y muchas veces son más importantes las cosas que las personas.
- Papi, ¿y entonces qué hacemos?
- No, esta es una lucha difícil. Pero dime, ¿tú para qué estás estudiando?
- Papi, yo no veo la hora de terminar en la universidad para ser independiente y poder tener mi carro, mi oficina y mi casa.
- ¿Y por qué no dices: Mi casa, mi oficina y mi carro?…
- ¿Papi, y no es lo mismo?
- Hay jerarquía de valores, hermano. Yo diría: El hogar, el trabajo y, por último, las comodidades.
- Papi, pero tú pones las cosas demasiado trágicas.
- No, hijo. Lo que te estoy diciendo: Es más importante ser, que tener. Tú estás estudiando para ser cada día más persona, para mejorar la comunidad, para formar una familia, para ser un hombre honrado, un buen amigo, buen ciudadano.
- Papi, pero yo necesito de qué vivir.
- Hijo, cuando uno es, se abre camino en la vida. Además los propios valores no se pierden ni siquiera con la muerte. Porque van más allá. Pero las cosas se pueden perder en un instante.