Mami, ¿muy horribles las vacaciones?

(Solidaridad, comprensión)

Es la hora del algo y están los de la casa y tres más. Como quien dice, la hora de la multiplicación de los panes.

- Mami, yo no tengo tenis…

- Mami, que si sí nos vas a dejar ir a la costa.

- Mami, ¿dónde está mi pantaloneta?

- Mami, estás haciendo cara de hombre. ¿Qué pasa, muy horribles las vacaciones?

- No. ¡Deliciosas, ricas! ¿No me ven aquí que necesito cuatro ojos y seis manos y ya se me derramó la Coca Cola? Y ustedes de espectadores. ¿Cuánto pagaron por la entrada?

«El partido de la oposición» ríe y aplaude entusiasmado. Sin embargo, la una ataja la Coca Cola, mientras su hermano limpia el piso. La más pequeña recibe la caja de galletas y reparte. En ese momento, suena el teléfono, y caen todos sobre el aparato: «Es a mí, es a mí»…

-Mami, te necesita una señora.

La mamá se limpia las manos en el delantal y coge la bocina. «El partido de la oposición» protesta:

- Mami, no muy largo, que Jorge me va a llamar.

- Olvídense, que están hablando de las empanadas de la parroquia.

La mamá suspira, tapa la bocina con una mano y dice entre dientes:

- No me dejan oír. ¡Cállense!

Entre tanto, todo el mundo colabora y el algo se multiplica. Alcanza hasta para la mamá, a quien una de las hijas le lleva al teléfono las galletas y un jugo. Terminando el coloquio, la mamá se sienta, ya tranquila, ante la tribu.

- Mami, ¡ahora si estás mejor! ¿No te sientes muy contenta con nosotros?

Y uno de los visitantes:

- No es por nada. Pero yo me amaño tanto en las casas ajenas…

- Sí, pero cuando son como ésta…

- ¿Y qué tiene esta de especial?, pregunta una de las niñas.

- Pues son muy unidos. Que con tu mamá se puede hablar de todo.

- Eso si es cierto. Y además aquí todos nos ayudamos. Los grandes a los chiquitos, y a veces los chiquitos a los grandes.

- Pero conste -dice la mamá- que con su papá es lo mismo. Ojalá vieran un sábado o un domingo… Porque las vacaciones «ricas y deliciosas». Son tiempo para comunicarse, para conocerse mejor, para ayudarse más, para vivir en familia.