¡Cuelguen, que va a llamar Ramiro!
(Capacidad de compartir, equilibrio, serenidad)
María Isabel se pasea furiosa de un lado a otro. Miguel sigue tranquilo, pegado del teléfono. No habla, cuchichea. Su anatomía yace sobre un cojín. Está en trance.
- Mami!!!
- ¿Qué pasa María Isabel?
-¿Cómo que qué pasa? ¿No me oíste?
- Tendría que ser sorda para no oírte.
- ¿Entonces es que no tienes autoridad?. Claro, como Miguel se siente dueño y señor en esta casa y hace lo que le da la gana.
- No me pienso sentar a cuidar el teléfono.
- Y yo me pierdo mi fiesta, porque aquí no me pueden llamar. Ayer Ramiro estuvo una hora sin poderse comunicar.
- Y otra hablando contigo, cuando lo logró.
- Pero yo me quedé sin ir a cine con Camilo, dice Claudia.
- ¿Cuelgas Miguel, o levanto la bocina del corredor?.
Miguel tira la bocina y sale furioso:
- Usted y su Ramirito.
- María Isabel por Dios, cuelga. Tu hermana quedó de llamar para avisar donde la recogían.
- Claro, para ella sí hay que colgar… Como es la niña mimada.
Ya por la tarde, el papá aprovecha en la comida:
- De aquí no se me levanta nadie. Necesito hablar con ustedes. Se trata de este sistema telefónico contaminado. Hemos venido luchando desde hace tiempo contra eso, pero sin resultados.
- Se les ha explicado - dice la mamá- para qué es el teléfono y para qué no. Es algo que hay que compartir, como todo lo demás. Y ya se les ha hecho conscientes del peligro de bloquear llamadas importantes o de emergencia.
- Como no logramos, nada hemos resuelto que, de este mes en adelante, ustedes paguen la cuenta del teléfono.
- Eso es el colmo papi. Yo casi no lo uso.
- Vamos a pagar justos por pecadores.
- María Isabel fue la que armó…
- Su mamá y yo tomamos la decisión, después de no haber encontrado ningún justo y sí tres pecadores. Ustedes verán si se dejan cortar los servicios. Cuando el manejo del teléfono sea adecuado, estamos dispuestos a iniciar negociaciones. Por el momento, se levanta la sesión.
Suena el teléfono. Nadie se mueve.
- Contesten.
- ¿Qué hubo Camilo?… Pasas por mí a las ocho y media. Es que… es que… aquí necesitan el teléfono. No nada, después te cuento. ¡Ciao!